miércoles, 20 de enero de 2021

Síndrome del emperador o del niño tirano: cómo detectarlo.


El síndrome del emperador, del niño tirano o del niño rey son los diferentes nombres con que muchas personas conocen a un problema cada vez más común entre los niños que acaban por dominar a sus padres.

¿Pero cómo son esos niños? ¿Cuáles son sus características? ¿Es posible una reducción a este problema?


 Características principales

Los niños que presentan este problema tienen atener características como:

  • Sentido exagerado de lo que les corresponde y esperan que los que están a su alrededor se lo proporcionen.
  • Baja tolerancia a la incomodidad, especialmente si es causada por la frustración, el desengaño, el aburrimiento, o la negación de lo que han pedido; entonces, la expresan con rabietas, ataques de ira, insultos y/o violencia.
  • Presentan escasos recursos para la resolución de problemas o afrontar experiencias negativas.
  • Están muy centrados en sí mismos y creen que son el centro del mundo.
  • Buscan las justificaciones de sus conductas en el exterior y culpan a los demás de lo que hacen, por tanto, esperan que sean otros quienes les den una solución.
  • No pueden y no quieren, ver la manera en que sus conductas afectan a los demás por lo que se dice que, la gran mayoría carecen de empatía.
  • Llegan a pedir hasta el extremo de la exigencia. Una vez conseguido, muestran su insatisfacción y vuelven a querer más cosas.
  • Les cuesta sentir culpa o remordimiento por sus conductas.
  • Discuten las normas y los castigos con sus padres a quienes consideran injustos, malos, etc. Pero comportarse así, les compensa ya que ante el sentimiento de culpa inducido, los padres ceden y otorgan más privilegios.
  • Exigen atención, no sólo de sus padres, sino de todo su entorno. Y cuanta más se les da, más reclaman.
  • Les cuesta adaptarse a las demandas de las situaciones extra familiares, especialmente en la escuela, porque no responden bien a las estructuras sociales establecidas ni a las figuras de autoridad.
  • Se siente tristes, enfadados, y/o ansiosos, y suelen tener una autoestima baja.

Normalmente se tiende a culpar a los padres de este tipo de conductas por ser demasiado permisivos y protectores con su hijo o hijos; aunque, también, influye el ambiente porque hoy los niños viven en una sociedad consumista, individualista y que adquiere el éxito fácil y rápido por encima de todo.

 Señales de alerta.

  • Hay que estar atentos a los niños que imponen su voluntad o hacen rabietas en lugares públicos o delante de toda la familia.
  • Así mismo, nos debemos fijar cunado siempre se sale con la suya puesto que, muchas veces, hacen girar a la familia en torno a él. Haciéndonos pensar que, si se les deja hacer lo que quiere, acabaremos en las redes del chantaje emocional.

Llegados a este punto, cualquier lector podría objetar que casi todos los niños pequeños tienen muchas rabietas. Y, es cierto; todos tienen rabietas, pero hay que intentar que no se salgan con la suya. En general, por encima del primer año de edad, ya hay que marcar límites y el menor debe saber hasta dónde puede llegar.

 Posibles causas.

Son los padres quienes deben ejercer su función. Así, los padres sobreprotectores y permisivos, que claudican ante los caprichos de sus hijos, porque creen que así “no sufren”, pueden establecer la receta perfecta para un niño emperador.

Otro factor de riesgo es que exista una discrepancia educativa entre los progenitores. Aunque ello pudiera ocurrir, los padres deben intentar unificar sus personalidades y mantener una actitud educativa firme que permita que no haya rupturas entre ambos en la imposición de normas.

La estructura familiar ha cambiado demasiado, con divorcios y nuevas parejas frecuentes, los hijos únicos aumentan y, además, los tenemos a una edad cada vez más temprana, más tardía o son adoptados. Entonces, es fácil que un niño se convierta en un bien precioso cuyos deseos siempre hay que satisfacer, que no puede sufrir ni conocer disciplina alguna.

Hasta el primer año de vida, todo el entorno sólo está para satisfacer sus necesidades. A partir de ahí, va aprendiendo estrategias para salirse con la suya, como las rabietas, por ejemplo, una manifestación de descontento normal, pero que hay que saber el don del convencimiento.

Hacia los cuatro años, lo habitual es que el niño ya sea capaz de verbalizar su rabia y, a los cinco, de controlarse. A excepción de los niños tiranos, que intentan imponer su voluntad, son agresivos, sufren constantes rabietas en lugares públicos y convierten el día a día de toda la familia en un calvario.

Los padres acaban por rendirse con sucesivas renuncias con tal de lograr paz. Y el niño mimado pasa a ser el rey de la casa, de ahí a niño tirano, y por último, si la agresividad persiste, se trasforman en adolescente descontrolado y maltratador de sus padres.

La frustración es un sentimiento normal durante el desarrollo infantil: el niño necesita, desde que tiene más o menos un año, rutinas, reglas y límites claros sobre lo que puede y no puede hacer.

Pero a partir de los seis años hay niños que se muestran muy impulsivos, mienten, tienen actitudes vengativas, no conectan con los demás, son insensibles, se sienten poderosos, carecen de empatía, lastiman a sus mascotas… Estas son actitudes tiránicas, que a los once años se pueden agudizar y a los 15 años ya son difíciles de encauzar.

Y es que educar no es fácil, y debe implicar ciertas dosis de frustración, para equilibrar el amor. El problema se presenta si no hay reacción por parte de los padres, que, en su afán de buscar una excusa a todo –“el niño tiene mucho carácter”, “lo que hace es normal a su edad”… – no se atreven a imponer límites, tal y como decíamos anteriormente.

Así, el problema se va agrandando hasta que la familia tiene la sensación de que se le ha ido de las manos. ¿Qué hacer entonces? Se trata de actuar con sentido común, sin exasperarse y sin violencia.

 ¿Qué hacer ante este problema?

Algunas recomendaciones pueden ser las siguientes:

  • Establecer reglas claras y explicar las razones de esas reglas.
  • Ser coherentes. El padre y la madre deben tener la misma opinión respecto a un mismo problema. “Comunicación”.
  • Mostrarse firmes respecto a lo que el padre y la madre hayan decidido, de forma conjunta.
  • No imponer un castigo que luego no se cumpla. No olvidemos que existen castigos negativos y positivos.
  • Supervisar las actividades de los hijos.
  • En el caso de los niños más caprichosos, se debe intentar hacer lo posible para mejorar nuestra relación con ellos, sino se logra es momento de consultar a un profesional.
  • Otorgar a los hijos responsabilidades acordes a su edad, como recoger la mesa o ponerla, sacar la basura, hacer la cama, sin importar el sexo.
  • No apartarles ni sobreprotegerles, ambas cosas podrían configurar un niño tirano.

jueves, 14 de enero de 2021

El poder del juego: cómo la diversión y los juegos ayudan a los niños a aprender

 

Más que una simple oportunidad para la diversión, el juego crea beneficios en la salud y el desarrollo de los niños. Desde el "no está... ¡acá está!", manipular plastilina con las manos y las escondidas hasta imaginar que una caja de cartón es un avión o una nave espacial, las muchas formas de jugar enriquecen el cerebro, el cuerpo y la vida del niño de maneras muy importantes.

Receta para jugar

Pese a sus muchos beneficios, en los últimos años la cantidad de tiempo que los niños tienen para jugar ha estado disminuyendo. Los horarios familiares y escolares sumamente estructurados, padres que trabajan cada vez más fuera del hogar, menos lugares seguros para jugar y el aumento del uso de los dispositivos digitales y el tiempo ante las pantallas de PC son algunas de las razones. Hoy en día un niño en edad preescolar promedio mira ¡4 horas y media de televisión por día!

 

El aprendizaje se estimula mejor al utilizar los instintos naturales del niño de jugar en vez de estimularlo sólo por factores externos como las calificaciones. A medida que participan activamente en el mundo y lo descubren con alegría, los niños adquieren habilidades del Siglo XXI que cada vez más requieren de trabajo en equipo e innovación.

 

Ideas específicas por edad para aprender jugando

Se propone a los padres a utilizar el juego como método para alcanzar una mejor salud y del desarrollo de su hijo desde el momento del nacimiento. Estos son algunos ejemplos de cómo hacerlo:

Del nacimiento a los 6 meses

  • El aprendizaje divertido comienza con la primera sonrisa del bebé. Responder con una sonrisa de los padres es una manera de jugar que, además, enseña al bebé una habilidad socioemocional fundamental.
  • Imite los gorjeos y balbuceos de su bebé y mantengan una conversación usando los sonidos del bebé como indicador.
  • Muestre a su bebé objetos interesantes, como un juguete de colores brillantes. Permítale llevarse las cosas seguras a la boca para explorarlas y experimentar nuevas texturas.
  • Coloque a su bebé en distintas posiciones para que pueda ver el mundo desde distintos ángulos, lo que desarrollara ubicación espacial y motricidad.

De los 7 a los 12 meses

  • Asegúrese de que su bebé cuente con un lugar seguro para gatear y explorar.
  • Ofrezca a su bebé oportunidades de aprender que sus acciones causan un efecto: por ejemplo, cuando suelta un juguete y cae al suelo. Ponga algunos juguetes al alcance de su bebé para que pueda tomarlos y jugar con ellos.
  • Use un espejo para mostrar a su bebé sus distintas expresiones.
  • Jueguen a "no está... ¡acá está!": esconda su rostro detrás de las manos y vuelva a aparecer.

De 1 a 3 años

  • Cuando elija guarderías y preescolares, busque los que ofrezcan tiempo de juego no estructurado. El aprendizaje divertido, en el cual los niños toman la iniciativa y siguen a su propia curiosidad, debería ser el punto de enfoque de la educación infantil temprana de alta calidad.
  • Ofrezca a su hijo bloques de construcción, envases vacíos, cucharas de madera y rompecabezas. Los objetos sencillos y poco costosos constituyen algunas de las mejores formas de fomentar la creatividad de un niño. Recuerde: lo que enriquece a los niños es la presencia y la atención de sus padres y sus cuidadores, no los artefactos electrónicos sofisticados.
  • Dé a su hijo oportunidades de jugar con otros niños de su edad. Esta es una buena edad para intentar tener un encuentro con otros niños para jugar supervisado por los padres.
  • Ayude a su hijo a explorar su cuerpo mediante distintos movimientos, por ejemplo, caminar, saltar y pararse en una pierna.
  • Ofrezca oportunidades para juegos de simulación, por ejemplo, simular estar bebiendo de un vaso vacío u ofrecer juguetes que permitan jugar a juegos de simulación.
  • Lea regularmente a su hijo y junto a él. Fomente juegos de imitación basados en estos cuentos. Recordando que para fomentar la lectura debe de verlo a usted leyendo cuando menos unos minutos, ya que está en la etapa de la imitación. 
  • Canten y jueguen con ritmos para que el niño pueda aprender y unirse a la diversión. Comience a presentarle algunos juegos adecuados para la edad, como Simón dice.

De 4 a 6 años

  • Proporcione oportunidades para que su hijo cante y baile.
  • Cuente a su hijo historias y hágale preguntas sobre lo que recuerda.
  • Dé a su hijo tiempo y espacio para representar escenas imaginarias, roles y actividades.
  • Permita a su hijo intercambiar entre juegos imaginarios y reales, por ejemplo, jugar a la casita y ayudar con las tareas del hogar.
  • Programe tiempo para que su hijo interactúe con amigos y así practique la socialización y la formación de amistades.
  • Aliente a su hijo para que pruebe una variedad de movimientos en un lugar seguro, por ejemplo, saltar, columpiarse, trepar y hacer volteretas.
  • Limite el tiempo frente a las pantallas a un nivel saludable. Los medios adecuados para la edad pueden tener beneficios para los niños mayores, en especial si usted los mira con ellos y juegan juntos. Pero las interacciones sociales y los juegos en tiempo real son mucho mejores para los niños que los medios digitales para aprender.

El juego como eliminador del estrés

 

Además de fomentar la salud y el desarrollo de un niño, el juego ayuda a fomentar relaciones seguras, estables y provechosas que protegen contra el estrés tóxico y generan la educación socioemocional. La alegría mutua y la interacción cara a cara que ocurren durante el juego pueden ayudar al cuerpo a manejar el estrés. El juego le ha de ayudar a sentirse menos estresados si se les permite jugar durante 15 minutos, en comparación con los que escuchan un cuento.

 

Tipos de juego que puede combinar

Diferentes tipos de juego tienen distintos beneficios para los niños:

Juego con juguetes y objetos

Cuando juegan con un objeto, como un juguete, los bebés usan sus destrezas sensoriales y motrices para explorar sus propiedades y hacer experimentos como lo haría un pequeño científico. Para aprender si un objeto es sólido, por ejemplo, es probable que lo golpeen contra el piso. Además, los niños en edad preescolar usan los objetos para desarrollar ideas y conceptos abstractos como el simbolismo, usando un plátano como un teléfono, por ejemplo, además de compartir y esperar su turno.

Juego físico

La diversión física, como el juego libre durante el recreo, ayuda a desarrollar las destrezas motrices, previene la obesidad infantil y fomenta la inteligencia emocional. La sutil emoción que provoca bajar por la resbaladilla, por ejemplo, permite al niño adquirir confianza para arriesgarse en un entorno relativamente seguro. Los juegos tales como pato-pato-ganso también ayudan a los niños a forjar otras habilidades socioemocionales tales como la empatía, ya que los niños aprenden a tener cuidado de no lastimar a los demás golpeándolos demasiado fuerte, por ejemplo.

Juego al aire libre

El juego al aire libre es de particular importancia porque permite a los niños usar todos sus sentidos para forjar habilidades tales como la percepción espacial y el equilibrio. También puede mejorar la capacidad de atención del niño.

Juego simulado

Este tipo de juego permite a los niños pequeños experimentar con distintos roles sociales y aprender a cooperar. Jugar a disfrazarse, a imitar y a juegos imaginarios también fomenta la creatividad y forja habilidades más complejas de negociación, comunicación y lenguaje (“Tú serás la maestra y yo el alumno”, podría decir un niño). 

 

Recuerde...

Ofrecer a su hijo muchas oportunidades para jugar es una de las mejores maneras de ayudarlo a crecer y a convertirse en un adulto curioso, creativo, sano y feliz, equipado con las habilidades necesarias para nuestro mundo actual. La próxima vez que su hijo le pida que juegue con él o ella, ¡no pierda la oportunidad! Comparta la alegría del descubrimiento mientras se conectan entre sí y con el mundo a su alrededor.

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